Cada vez es más común tener familiares, amigos o personas conocidas que se encuentren ansiosas o deprimidas. El mundo y el modelo de sociedad actual nos están abocando a esta nueva pandemia de enfermedades emocionales. Por eso, hoy queremos hablarles sobre una de ellas: “la tristeza”.
Muchas personas últimamente, nos preguntan sobre si la tristeza es una enfermedad, si estar triste es sinónimo de estar depresivo o, por ejemplo, si hay alguna forma de evitar sentirse triste.
Antes de empezar a desarrollar el artículo, lo mejor es que definamos qué es la tristeza:
“La tristeza es la emoción que activa el proceso psicológico que nos permite superar pérdidas, desilusiones o fracasos. Nos permite establecer distancia con las situaciones dolorosas para impulsar la interiorización y cicatrización del dolor generado por ellas.”
Por lo que debemos entender que la tristeza no es una enfermedad, es simplemente un estado de ánimo que tenemos los humanos para afrontar situaciones adversas que van ocurriéndonos a lo largo de nuestra vida. Pero es cierto que, ni todas las personas se ponen tristes ante una misma situación. Ni todas ellas, reaccionan con la misma intensidad ante estas situaciones; esto se debe a varios factores como los patrones de personalidad, el entorno sociocultural o los esquemas cognitivos de cada persona, en conclusión, a cómo hayas aprendido a tomarte la vida.
Así por ejemplo una persona pesimista, piensa que es el/la causante de todo aquello negativo que le ocurre en la vida. Mientras los hechos afortunados son sólo producto del azar y no tienen nada que ver con su persona.
Las personas que son especialmente rígidas, con un sentido del deber elevado, una ética y una moral exigentes, muy controladoras, tienen una facilidad asombrosa para sentir tristeza debido a que tienen poca capacidad de adaptación a los cambios.
Cuando una persona se ve expuesta a varios acontecimientos que generan tristeza como pueden ser los fracasos o ausencia de logros, llega un momento en el que se ve paralizadx por el miedo, es lo que se llama indefensión aprendida.
La tristeza es un estado emocional que generalmente, produce fallos en los procesos del pensamiento. Es por esto que, pacientes depresivos les suele costar resolver problemas interpersonales. La persona triste suele presentar pensamientos rígidos y estereotipados mostrándose incapaces de valorar opciones alternativas, sobre todo cuando los planes de acción anteriores han fallado.
La tristeza, como casi todas las emociones humanas, tienen repercusión en el resto de la fisiología corporal: un aumento del tono muscular, mayor amplitud respiratoria, aumento de la presión sanguínea y una expresión facial característica con elevación de la parte interior de las cejas, descenso de la comisura labial y una inclinación de la cabeza con una mirada con tendencia la infraversión.
En cuanto al resto del cuerpo se observa una mayor lentitud del movimiento. Una de las cosas más características de las personas afligidas por la tristeza es su tono de voz que disminuye notablemente al igual que la fluidez verbal.
Pero entonces se preguntarán cuál es la parte positiva de esta emoción, cuál es la finalidad de haber desarrollado este estado de ánimo con nuestro desarrollo. Los principales objetivos de esta emoción son: protegernos y ayudarnos a restaurar los daños que pueden surgir de nuestra interacción con el medio o con otras personas, disminuir el nivel funcional de la persona hasta que consiga gestionar/resolver la situación/problema. Centrar la atención en un/una mismx. Facilitar la introspección y el análisis constructivo de la situación que ha generado el conflicto. Instigar la búsqueda de apoyo social y promover la empatía por parte del entorno.
Las fases en las que podemos resumir la tristeza son las tres siguiente:
El aislamiento; la persona se retira lo que le permite reflexionar y cambiar conductas que han resultado poco eficaces anteriormente en la resolución del problema. Sin embargo hay que tener en cuenta, que la predisposición de una persona sumergida en la tristeza le hace tener pensamientos y actitudes negativas que le ayudan a mantener esa actitud de inactividad.
La moderación funcional; esta fase ayuda a disminuir el nivel de activación general del individuo. Esto otorga un ritmo más pausado a los procesos cognitivos para meditarlos y examinarlos en profundidad. En muchas ocasiones esta actitud propicia nuevas soluciones o estrategias de acción.
Además, el impacto social, este estado emocional provoca en el resto de personas una empatía hacia nuestra situación y hacia nuestra persona lo que aumenta las posibilidades de un mayor contacto social que nos ayude a superar la situación.
Es por ello que ante un momento en el cual te sientas triste, lo más importante es ser conscientes de nuestros pensamientos y actitud negativa e intentar ponerle remedio. Para ello podemos recurrir a realizar cualquier actividad que te genere felicidad o alegría: realizar deporte; escuchar música (estudios psicológicos han demostrado que empezar el día con canciones alegres facilita una actitud positiva); quedar con lxs amigxs, con la familia o con esa persona que te escucha y te haga sentir reconfortadx, hacer ese plan o ir a ese sitio que hace tiempo querías visitar, etc.
En resumen, aprender a disfrutar de la vida, aprender a vivir felices y sobre todo, tener una sonrisa y una buena predisposición ante todo lo que se avecine.
Quiéranse y sean felices.
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