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Tu cerebro es capaz de recordar a personas y lugares por su olor.

Hablamos de "memoria involuntaria" cuando las experiencias de la vida cotidiana provocan 'flashbacks' a sucesos pasados de tu vida. 

Este término no pertenece a ningún académico o investigador reconocido, sino al escritor francés de finales del siglo 19 y principios del siglo 20 Marcel Proust, quien lo acuñó en el primer volumen de su novela "En busca del tiempo perdido". 


Mujer oliendo flores que le ha regalado su novio

En él, uno de los personajes mientras comía una galleta empapada en té, se sintió transportado a una época de su infancia en la que había tenido una merienda similar, recordando con mucha claridad dónde estaba, con quién estaba y cómo era su entorno. Hoy en día, los psicólogos se refieren a estos sucesos como el "efecto Proust": una experiencia sensorial despierta una fuerte fuente de recuerdos pasados.

El sentido en cuestión que lo suele producir es el olfato, que está íntimamente ligado a la "memoria autobiográfica"; De hecho, algunas investigaciones sugieren que los recuerdos son más emocionales cuando son desencadenados por el olor, en lugar de la vista, el sonido o cualquier otro. Esto también se aplica a los malos recuerdo, por supuesto: la vida no es todo galletas y té, y tampoco lo son nuestros desencadenantes olfativos. Un nuevo estudio de la revista "Frontiers in Psychology" sugiere una posible aplicación para esta peculiaridad sensorial nuestra, argumentando que puede ser posible identificar a extraños por su olor corporal y, por extensión, usar el olfato como una forma de testimonio en casos delictivos.

Como la psicóloga de la "NYU" Wendy Suzuki ha explicado en "LiveScience", todo esto es el resultado de la forma en la que nuestros cerebros están estructurados:

El sistema olfativo tiene conexiones únicas con dos regiones clave en el lóbulo temporal del cerebro: el hipocampo, que es determinante a la hora de establecer nuevos recuerdos a largo plazo, y la amígdala, esencial para procesar las emociones. A diferencia de todos los demás sentidos (es decir, visión, tacto y oído), que requieren muchas conexiones (sinapsis) para llegar al hipocampo y la amígdala, la información olfativa tiene acceso inmediato a esos sistemas. Por lo tanto, tiene la capacidad de establecer recuerdos duraderos vinculados a momentos y lugares muy concretos (una especialidad del hipocampo) e incluir una alerta emocional profunda asociada con esos recuerdos (procesados por la amígdala).

¿Y qué podría ser más emocional que ver un crimen desarrollarse? Durante la primera parte del estudio, 73 estudiantes vieron un videoclip de un crimen violento y olieron un pedazo de tela que contenía el olor corporal de un extraño (un grupo separado de voluntarios había suministrado a los investigadores el sudor, usando almohadillas especiales en las axilas de sus camisetas para capturar su olor). Después de 15 minutos, se les presentó una colección de tres, cinco u ocho muestras de olores y se les pidió que eligieran la que habían olfateado previamente, una especie de sustituto olfativo a la alineación típica visual de sospechosos de la policía. Las personas que habían elegido entre tres olores diferentes identificaron el correcto el 96% de las veces, un número que bajó al 56% para una alineación de cinco y 46% para ocho.

Si embargo, aunque en la gran mayoría de los casos de la vida real, 15 minutos no sea nada, por lo general es mucho, mucho más largo aún incluso si  hablamos de cuando alguien es testigo de un crimen hasta cuando está ofreciendo su testimonio del mismo. Para la segunda parte del estudio, los autores llevaron a cabo un experimento similar para ver si podían replicar el efecto con un intervalo más largo, pidiendo a algunas personas que esperaran 15 minutos y a otras una semana. Mientras que las personas en el grupo de 15 minutos todavía elegían bien en la selección del olor corporal correcto, el grupo de intervalos más largos no lo hizo mejor.

Otra cuestión a tratar son los llamados "donantes de olores", que también siguieron un conjunto muy específico de instrucciones. En el día previo a la donación, evitaron el desodorante y otros productos corporales perfumados, se mantuvieron alejados de la comida picante y, en general, se cuidaron de no hacer nada que alterara su olor natural. En la vida real, sin embargo, el olor de una persona se complica por todo tipo de factores: desodorante, jabón, detergente para ropa, la última vez que se duchó o lavó su ropa, dónde había estado ese día o qué había estado haciendo. Los autores hicieron referencia a un estudio anterior que mostraba que las personas aún podían identificar un olor que se había visto comprometido con una "fragancia artificial", pero generalmente lo tenían más difícil que con el olor corporal puro.

Probablemente sea mejor andar muy cuidadosamente en la aplicación de esta investigación a cualquier situación de la vida real; Así, los relatos de testigos oculares a menudo son poco fiables y fácilmente maleables, e incluso las pruebas de ADN están lejos de ser infalibles, así que es por eso que el olfato puede ser una forma más de ayudar a las personas a recordar, pero también podría ser una nueva forma de ayudarlos a confundir la verdad. Suponemos que combinar todas las técnicas posibles sea la clave.

Tal vez sea mejor despojarse de las aplicaciones legales de este estudio y apreciar el mensaje subyacente: el hecho loco y fascinante de que los humanos podamos recordar a otras personas, como recuerdos, solo por el olfato. Nuestras narices son instrumentos poderosos para la información social, aunque todavía no lo sea para la justicia.

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