Las cosas no nos cabrean; somos nosotrxs quienes nos cabreamos por las cosas. El mundo externo no tiene el poder de contaminar nuestro interior con ira y resentimiento. Somos nosotrxs quienes nos hacemos daño a nosotrxs mismos a través de la ira. Somos nosotrxs quienes, por nuestra manera de relacionarnos con la realidad, perpetuamos el resentimiento que tan menudo recorre nuestro interior.
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La ira envenena nuestro organismo: Aumenta la presión cardíaca, genera taquicardia, desestabiliza el sistema inmunológico, es una fuente de estrés y cortisol, entre otras muchas cosas. Entonces deberías saberlo ya, dejar de generar ira es una cuestión amor propio.
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¿Cómo fabricamos la ira?
⠀1. Percibimos algo que sucede en el exterior (un suceso, un imprevisto, la actitud de una persona, lo que sea).
2. Sentimos que no nos gusta lo que sucede en el exterior, pues no se amolda a nuestros deseos, carencias y necesidades.
3. Pensamos que las cosas “no deberían ser así”.
4. Formamos la creencia de que el hecho de que las cosas sean de esa manera es de por sí molesto e irritante.
5. Generamos ira.
6. No sabemos cómo relacionarnos con esa ira, y por ello, además de experimentar ira, sufrimos por ella, nos irritamos, gritamos, ponemos malas caras, etc.
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No necesitamos ira para poner límites. Los límites los pones tú solo. No necesitamos ira, sino comprender que lo que no nos gusta o nos molesta, muchas veces, no depende de nosotrxs. Vivimos en sociedad, cada persona o situación es un mundo. No necesitamos ira para dejar de relacionarnos con personas que no nos respetan o que no actúan "con las expectativas" que tu tenías. Podemos tener una vida plena y satisfactoria sin ira: Focalizándote en tu "yo", en lo que quieres en tu vida, en lo que no; y en gestionar las adversidades de forma que no afecten a tu felicidad y bienestar diario.
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Así, conviene vigilar ese proceso a través del cual la fabricamos, pues la ira se retroalimenta, y te introduce en un mundo de "ceguera" donde dejas de lado tu verdadera forma de ser, tus características y paz interior. Si algo te molesta, háblalo, dilo. Si algo te hace mucho daño y no está en tus manos solucionarlo, aléjate, sin 'hacer mucho ruido'; pero deja de alimentar la rabia y la ira, sonríe más. Sigue tu camino; Que no te cieguen las luces.
Así, conviene vigilar ese proceso a través del cual la fabricamos, pues la ira se retroalimenta, y te introduce en un mundo de "ceguera" donde dejas de lado tu verdadera forma de ser, tus características y paz interior. Si algo te molesta, háblalo, dilo. Si algo te hace mucho daño y no está en tus manos solucionarlo, aléjate, sin 'hacer mucho ruido'; pero deja de alimentar la rabia y la ira, sonríe más. Sigue tu camino; Que no te cieguen las luces.
Sean felices.
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